Diamantes

 

-Tú, el de la cara larga, ¡Mira el diamante que acabo de encontrar!-

Germán, lleno de felicidad y orgullo, moría de ansias por enseñar a sus compañeros su más hermoso hallazgo. -¿Por qué la sostienes así? No es como que se vaya a romper- preguntó uno de los mineros a la distancia, a lo que el alegre hombre respondió con un simple -No quiero lastimar su belleza natural-


-Y vaya que es hermoso, amigo mío- respondió Miguel, el veterano

de la mina, quien admiraba el tesoro de su compañero con asombro y algo de envidia. -Yo sigo sin encontrar uno después de tanto tiempo aquí- siguió -Incluso intenté crear el mío aplastando un trozo de carbón, pero todo lo que tengo ahora es piedra rota-


-Ay, Miguel- respondió Germán -La belleza de un diamante no es su estética; es su proceso, su rareza. Una gema como esta no se crea en dos días aplastándola y ya; necesitas tiempo, calor y la cantidad precisa de presión para guiar su formación y no romperla. Aquí, Miguel, lo único que lograste es destruir un carbón hermoso que pudo calentar una hoguera. ¿Y por qué? ¿Porque no era lo que tú esperabas?


D. González



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